Solo tres años después del tremendo éxito de Tiburón, la productora se lanzó a seguir exprimiendo a los escualos de los huevos de oro y pusieron en marcha esta secuela que, inicialmente iba a estar también dirigida por Steven Spielberg pero que, al final, se bajó del carro por no estar de acuerdo con la historia que se iba a contar.
Por lo que parece, Spielberg quería contar la historia de los soldados del USS Indianapolis que se narra en la primera película, pero los productores se negaron.
El resultado es que volvemos a Amity Island, vuelve el jefe Brody, su mujer, el alcalde, incluso John Williams poniendo la banda sonora (en la que no se esforzó demasiado y trabajó básicamente con temas muy similares a los de la primera parte), pero Spielberg no.
Y eso se nota. Mucho.
No es que la película sea mala, aunque haya momentos que se haga un poco pesada, pero le falta intensidad y no aporta absolutamente nada. Repite esquemas de la primera cinta pero olvidándose de los elementos que hicieron grande a aquella. El nuevo director, Jeannot Szwarc, no tiene reparos en mostrarnos al terrible tiburón desde los primeros compases del relato (se nota mejoría en los efectos especiales desde el primer film), lo que hace que se pierda mucha de la tensión que generaba Spielberg cuando ocultaba al Gran Blanco de nuestra vista, y de la de sus victimas, en la primera película.
Además, aunque cuenta con un buen trabajo de fotografía, Tiburón 2 tiene un montaje bastante pobre, especialmente en la primera mitad, que parece que esté hecha de retales con escenas con muy poca continuidad entre sí.
Aún así es una secuela aceptable que cuenta con algunas buenas secuencias, especielmente en su tramo final y hay que reconocerle el mérito de resultar mucho más espectacular en la forma de liquidar al tiburón.
Nota: 6/10
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