El pasado jueves se estrenaba en los cines de nuestro país la última película dirigida por Steven Spielberg, adaptación a la gran pantalla de la novela de Ernest Cline Ready Player One, de la que os hablé hace unos días. Desde entonces he estado leyendo alabanzas y más alabanzas hacia la nueva película de ciencia ficción del conocido como Rey Midas de Hollywood, que no tocaba el género de la ciencia ficción desde que lo hiciera en 2005 con La Guerra De Los Mundos.
Tras ver la película, no puedo menos que pensar que había tantas ganas de que el mastro volviera por sus fueros que, con cualquier cosita que nos ofreciera, nos habríamos quedado satisfechos.
Cierto es que nos encontramos ante una buena película, pero no vayamos más allá. Esto no es E.T., ni Parque Jurásico, ni Encuentros en la tercera fase, ni siquiera La Guerra de los mundos. Es tanto o más espectacular que cualquiera de ellas, pero le falta espíritu. Le falta alma.
Cierto es que nos encontramos ante una buena película, pero no vayamos más allá. Esto no es E.T., ni Parque Jurásico, ni Encuentros en la tercera fase, ni siquiera La Guerra de los mundos. Es tanto o más espectacular que cualquiera de ellas, pero le falta espíritu. Le falta alma.
Como suele pasar con este tipo de películas, podemos analizarlas desde dos prespectivas diferentes: como film con identidad propia, independiente de la obra literaria que toma como punto de partida, o como adaptación propiamente dicha.
En este caso concreto, el resultado de ambos análisis es muy dispar.
Por un lado, si pensamos en Ready Player One como obra independiente, nos encontramos ante una magnífica película de aventuras y ciencia ficción, con unos niveles de espectacularidad audiovisual muy altos y un ritmo narrativo frenético que hace que sus casi dos horas y media de metraje se pasen en un suspiro. Cine entretenimiento con mayúsculas que recuerda a las mejores obras de Spielberg en el campo de cine de evasión. Es verdad que los personajes no están demasiado desarrollados y que la historia es simplona, amén de meter con calzador la imprescindible moraleja que no puede faltar en una película del director de Parque Jurásico, pero eso da igual porque lo que se busca en está película es la distracción del espectador con otro tipo de artificios.
Al igual que la novela en la que se basa, Ready Player One fundamenta casi todo su interés en el factor nostalgia e invita al espectador a identificar los cientos de referencias que existen en cada plano a antiguas películas, videojuegos, series de televisión, grupos de música, etc. De hecho, uno de los grandes cambios de la película con respecto al libro, es que éste se centraba en rememorar los años 80 del Siglo XX y la película abarca un periodo bastante más amplio, en un lógico movimiento para captar a un número de espectadores mayor. Desde luego invita a verla más de una vez y nos hace pensar en la posibilidad de, en un futuro, poder verla en el reproductor de casa para poder ir dándole a la pausa cada treinta segundos para no perdernos ningún detalle.
En cuanto a las interpretaciones, aunque creo que el casting no ha sido el más adecuado, todos los actores cumplen con lo que se espera de ellos, pero no ofrecen nada destacable. Aunque también hay que tener en cuenta que el 80% de lo que veremos en pantalla está todo generado por ordenador, actores incluidos.
Pero si analizamos la película en cuanto a adaptación de una obra escrita, todo se viene abajo. Cualquier parecido con el libro es pura coincidencia y si exceptuamos tres o cuatro elementos clave que se mantienen de la historia original, todo lo demás es completamente diferente y casi podríamos decir que nos están contando dos historias completamente distintas. Como adaptación, Ready Player One, es un auténtico desastre y no hay por dónde cogerla.
Cercena desde el minuto uno gran parte del espiritu del libro y transcurre por derroteros completamente diferentes. Una vergüeza. Desde luego, si os habéis leído el libro, os pasaréis dos horas resoplando de increducidad por semejante atentado.
Una vez más, al gual que me ha pasado con otras adaptaciones, no puedo entender cómo puede diferir tanto la película del libro si tenemos en cuenta que el autor del mismo es co-responsable de la escritura del guión. Ya sabemos que es imposible condensar un libro entero en una cinta de poco más de dos horas y que, a veces, el propio lenguaje cinematográfico exige ciertos cambios en aras de crear un producto más espectacular o vendible. Pero esto no, señor Cline, esto no. Ha acabado de destrozar una obra que ya de por si era bastante endeble.
En resumen, que disfrutaréis más de la película los que no hayáis leído el libro, pero los que sí también pasaréis un buen rato, aunque de diferente forma.
Lo mejor: Todo el apartado audiovisual. Su ritmo frenético. Intentar encontrar todas las referencias que vemos en pantalla y que escuchamos por los altavoces.
Lo peor: La historia es ramplona y los personajes son tan planos que nos da absolutamente igual lo que les pasa. Nada que ver con el libro desde el minuto uno. Cambian las pruebas, cambian los personajes, cambian la forma en que interactúan entre ellos, las referencias no se limitan a los años ochenta... demasiados cambios para tratarse de una adaptación.
La frase: "La gente entra en Oasis por todo lo que pueden hacer, pero se quedan por todo lo que pueden ser"
Nota: 7/10
Muy buena crítica. Todavía no la he visto, pero me da la impresión de que, como dices, es un film sin alma. Paradójicamente, el gran autor de los mitos ochenteros (Spielberg) ya no ha sabido recuperar ese espíritu desde que "creciera" con "La lista de Schindler'
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar.
EliminarLa verdad es que es muy buena película, pero le falta algo. Se han centrado demasiado en la parte efectos y revival y la historia se ha quedado corta.
Pues a mi me ha gustado mucho. Como se dice le falttan cosas yvsobran algunas. Lo que para mi gusto demasiado larga. Esperemos que la segunda parte sea igual aunque un poco mas corta
ResponderEliminarBueno, en teoría no debería haber segunda parte...
EliminarGracias por pasarte y comentar.