Me ha gustado Múltiple. No es una película perfecta, ni está al nivel de las primeras obras de su director, pero es un film interesante y con muchas cosas buenas. Aunque también cuenta con defectos de los que no podré hablar en profundidad para no chafarle la película a nadie.
Por fin podemos decir que el mejor Shyamalan está de camino. Aún no ha vuelto del todo, pero su regreso a lo más alto se encuentra próximo. Se inició con la interesante La visita y se confirma con esta nueva propuesta del director indio.
Una historia inquietante con un protagonista muy especial, Kevin, que sufre de TID (Transtorno de Identidad Disociativa) lo que comúnmente se conoce como personalidad múltiple. A Kevin le da vida un impresionante James McAvoy que despliega un interesante abanico de recursos interpretativos para representar a unas cuantas de las veintitrés identidades que conviven en el interior de Kevin. La réplica se la da Anya Taylor-Joy, la jovencita a la que conocimos en La Bruja y cuya carrera deberemos seguir con atención. Ella da vida a Casey, una de las chicas secuestradas por Kevin para no sabemos qué oscuro propósito, que además cuenta con un intrigante pasado que iremos descubriendo poco a poco.
Como decía al principio, la cinta cuenta con muchas cosas buenas, pero también con algunas cosas malas y eso es lo que le hace bajar enteros. Su desenlace deja algunas sombras y no está bien desarrollado. Además, el director no le saca partido a una de las premisas más interesantes de su historia. Él mismo propone, no sé si con alguna base científica, que los pacientes afectados de TID cuentan con ciertos "poderes" y que la química corporal del individuo puede ser alterada según la personalidad dominante en cada momento. Cosas como que, por ejemplo, una de las identidades sea diabética y las demás no, o que una identidad reciba un determinado daño físico que no afectaría al cuerpo cuando otra identidad toma el control. Un planteamiento de lo más interesante que se explora en una única dirección en la película y que podría haber dado mucho más juego.
Aún así, la película nos mantendrá intrigados y en tensión durante casi todo su metraje, en el que nos encontraremos con elementos que son sello personal del escritor y director de El Sexto Sentido. Desde determinados planos hasta su ineludible cameo o el opresivo ambiente del lugar dónde se desarrolla casi toda la acción.
Shyamalan aún no está aquí, pero está a la vuelta de la esquina. Vuelve por sus fueros y demuestra que el problema no era que se le hubiera olvidado dirigir o contar historias, sino que era trabajar con los grandes estudios que penalizan la creatividad y coartan las libertades creativas.
Lo mejor: James McAvoy. La idea de partida. La ambientación. El detalle con sorpresa de la última escena. Deja buenas sensaciones de cara al futuro del director.
Lo peor: El final da la sensación de atropellado y mal desarrollado. No saca partido a su propia idea.
Nota: 6,5/10
La frase: "Somos lo que creemos que somos"
Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt4972582/
Una crítica estupenda
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